De un sueño profundo te despiertas atontado. Pero lo que sintió Eric cuando entreabrió el ojo derecho fue el martillo de Thor caer sobre su cabeza. Estaba tirado en el suelo, formando una cruz con los brazos, la cara contra una superficie terrosa y húmeda. No oía nada. Quizá así era estar en el Cielo. Espero que tengan aspirinas en el Cielo, pensó. Con dificultad levantó la cabeza, abrió ambos ojos e intentó que sus músculos reaccionaran a las órdenes del cerebro. Miró alrededor. ¿Dónde estaba? Aquello parecía un descampado, apenas iluminado por la luz de la luna y unas solitarias farolas a lo lejos, a unas decenas de metros, donde se alzaba un edificio en ruinas del que era difícil advertir si quiera la silueta puesto. Las farolas estaban a tanta distancia unas de otras que un elefante podía estar oculto entre dos de ellas y Eric ni lo vería. Había películas de terror con paisajes más bonitos que aquél. Consiguió ponerse en pie, como si se recuperara de un KO en el undécimo asalt...
Estas son mis historias. Si no te gustan, tengo otras.