Nunca sabes cuándo será tu último día. Y, si lo piensas, es una mierda, porque los últimos días no suelen estar llenos de épica. El mío comenzó con un café con leche. Si hubiera sabido que era mi último día, me hubiera preparado una tostada de esas que me gustan, con tomate, jamón y aceite. Nunca lo hago por pereza. Me vestí y me fui a trabajar. Si hubiera sabido que era mi último día, habría llamado para decir que estoy malo, que os den cabrones, apañaos sin mí. Tampoco me hubieran echado de menos. Comí con el gilipollas de mi compañero, como siempre los últimos 12 años. Si hubiera sabido que era mi último día, le habría dicho a la chica esa que se sienta en la ventana que comiera conmigo. Gilipollas (yo). Volví a casa y me abrí una cerveza. Si hubiera sabido que era mi último día habría abierto ese vino que lleva años recostado en el mueble. El que dejo para las ocasiones especiales. Putas ocasiones especiales, si nunca tengo ninguna. Por la noche vi un programa absurdo en la tele, m...
Estas son mis historias. Si no te gustan, tengo otras.